Ante la crisis espiritual experimentada a fines de la Edad Media, las órdenes religiosas iniciaron un complejo proceso de reforma fundamentado en el recuerdo y la emulación del carisma de sus respectivos fundadores y padres espirituales, en el que las imágenes habrían de desempeñar un papel fundamental. El estudio y la necesidad de instruir adecuadamente a los miembros de las distintas comunidades religiosas se convirtieron entonces en objeto de debate, quedando esta inquietud plasmada en alguna de las principales manifestaciones artísticas gestadas en este ambiente de reforma.