“…Estas también suponen una relación fundada en el trato menospreciativo del otro desde una posición más ventajosa, por lo que la denominación de maltrato por abuso de poder resulta más inclusiva (Del Barrio, Martín, Almeida y Barrios, 2003;Smith et al, 2002). Por otro lado, se han ido incorporado nuevos modos de estudiar el maltrato por abuso de poder, incluyendo métodos cualitativos que han permitido explorar nuevos aspectos del fenómeno más allá de la incidencia, por ejemplo: (a) las emociones y las representaciones acerca de su naturaleza, (b) sus causas y (c) las estrategias para resolverlo (BibouNakou, Tsiantis, Assimopoulos, Chatzilambou y Giannakopoulou, 2012; del Barrio, Almeida, van der Meulen, Barrios y Gutiérrez, 2003;Thornberg, 2011). Gracias a estos estudios, se sabe que el significado del abuso de poder puede diferir entre el profesorado y quienes lo estudian, ya que a veces se minimiza como parte del desarrollo natural; sin embargo, los propios escolares, al menos desde los nueve años, atribuyen al abuso de poder los criterios manejados por los investigadores, a saber, la situación de inferioridad que crea el hecho de ser diferente respecto al grupo, cualquiera que sea la diferencia; que depende del grupo, y que el acoso a través de internet y el teléfono móvil, se comunica aún menos a la familia por miedo a que esta prohíba el acceso a los dispositivos electrónicos de comunicación (Mishna, Saint y Solomon, 2009).…”