“…Los hongos Fusarium graminearum, F. verticillioides, F. proliferatum y F. subglutinans son considerados los patógenos más comunes del maíz (Leslie & Summerell, 2006); el fitopatógeno F. verticillioides es de las especies de mayor relevancia e interés en maíz (Duncan & Howard, 2010), tiene amplia distribución y es endémica en todas las regiones productoras de maíz del mundo (Blacutt et al, 2018), limita en gran medida su producción causando considerables pérdidas en rendimiento; a nivel mundial se encuentra en 7 y 17 %, mientras que en México oscila entre 7.5 y 38.0 % (González et al, 2007); así mismo produce cambios en su contenido nutricional disminuyendo el contenido de grasas, proteínas y carbohidratos, además altera las características organolépticas (Chavarri et al, 2017) y contamina los granos con micotoxinas (Giorni et al, 2019); se sabe que este hongo es encontrado con mayor frecuencia en mazorca en zonas productoras de maíz (Briones-Reyes et al, 2015), afecta en todas las etapas fenológicas de la planta de maíz y a diferentes partes de la misma induciendo enfermedades de pre y postcosecha que causan reducción del rendimiento y afectan la calidad de la semilla (Schulthess et al, 2002). El género Fusarium produce tres grupos de toxinas como son: zearalenonas, tricotecenos y fumonisinas las cuales se encuentran principalmente en maíz, son tóxicas para el humano y los animales que las consumen (Agrios, 2005).…”