Agradecimientos: A los doctores Clara Román y Jorge Torres Pereyra por desafi ar los paradigmas de los cuidados neonatales y regalarnos sus vivencias, anécdotas y experiencias, que de alguna manera esperamos se refl ejen en el presente artículo. Agradecemos también la generosidad del Sr. Carlos Sánchez, quien compartió con nosotras un pedazo de la historia de los niños del país, plasmado en las memorias de la Casa Nacional del Niño, institución destacada en el cuidado del niño abandonado, que está vigente hasta el día de hoy.
IntroducciónA lo largo de los últimos casi 80 años, nuestra revista ha trasmitido el testimonio de grandes progresos en el cuidado de los niños. Quizás los más sorprendentes han ocurrido en la medicina de alta complejidad, en la atención de los niños gravemente enfermos y en los cuidados neonatales, especialmente de prematuros cada vez más pequeños 1,2 . En los años 30, la sobrevida de un recién nacido de menos de 1.000 gr era prácticamen-te anecdótica. De acuerdo con la defi nición de Yilpoo, se consideraba prematuro a "todo niño nacido con peso inferior a 2.500 gramos, sin tener en cuenta la duración del embarazo ni los signos de parto prematuro". Esta definición, predominantemente clínica, se fundamentaba en la observación que, independiente de la causa de bajo peso de nacimiento, estos niños "requieren un trato especial, revelando, al mismo tiempo, características particulares, que se traducen, de preferencia por difi cultades en su crianza".Sin embargo, esta defi nición ya comenzaba a generar controversias y no se lograba uniformidad de criterio respecto a aspectos que actualmente parecen tan básicos. A diferencia de lo planteado por Yilpoo, los norteamericanos consideraban como punto de corte las cinco libras (equivalente a 2.268 gr) y en la mayoría