“…Los fallos en procesos atencionales, en la toma de decisiones o en la gestión de la conducta emocional y relacional generan, cuando menos, complicaciones y molestias, que pueden llegar a traducirse en consecuencias más o menos graves que incrementan el estrés [6], lo que a su vez complica aún más el funcionamiento prefrontal [2], se relaciona Sintomatología prefrontal en la vida diaria: evaluación de cribado mediante el inventario de síntomas prefrontales abreviado (ISP-20) E.J. Pedrero-Pérez, et al con estados de ánimo negativos [7], con una mayor percepción de que 'algo está afectando a su salud' [8] y, en último término, con una peor percepción de la calidad de vida relacionada con la salud [6]. De ahí la importancia de contar con instrumentos que permitan detectar tempranamente los síntomas para orientar un diagnóstico psicopatológico (el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición, exige la utilización de 'algún test neuropsicológico estandarizado o, en su defecto, otra evaluación clínica cuantitativa' para formular el diagnóstico de trastorno neurocognitivo mayor o leve [9]) o, lo que es más importante, para diseñar una evaluación que permita discriminar la etiología de los fallos cotidianos, diferenciando si es el estrés o algún proceso degenerativo lo que justifica su existencia [10].…”