“…Para evaluar el estado de conservación de las poblaciones es común utilizar estudios demográficos (Sarukhán et al 1985;Beissinger et al 1998;Menges, 2000;Fréville et al 2004;López-Mata, 2013), pero éstos requieren una fuerte inversión en tiempo y recursos; por lo que algunos autores proponen utilizar como indicadores preliminares el análisis de su densidad y estructura de tamaños (Ribeiro y Fernandes, 2000;Caldato et al, 2003;Ayerde-Lozada y Ló-pez-Mata, 2006;Medel-Narváez et al, 2006;Vílchez y Rocha, 2006;Cuevas-Guzmán et al, 2008;Godínez-Alvarez et al, 2008). Estos indicadores son particularmente útiles cuando se carece de datos sobre la demografía de una población (Martínez-Ramos y Álvarez-Buylla, 1995;Sánchez-Velásquez et al, 2002;Wright et al, 2003;Souza y Martins, 2004;Vischi et al, 2004;Gómez-Aparicio et al, 2005;Souza, 2007;Read et al, 2008;Freitas de Souza et al, 2010) y aplica en el caso de especies endémicas, raras o en peligro, las cuales, como se ha señalado, son especialmente susceptibles a la alteración de su hábitat (Sosa et al, 1998;García et al, 1999;George et al, 2005;Shen et al, 2009).…”