COLABORACIOnesCada año en el mundo se forma un millón de nuevos profesionales sanitarios en las 2.420 facultades de medicina y las 467 escuelas de salud pública, junto a un número indeterminado de escuelas de enfermería, con un coste total de unos cien mil millones de dólares anuales, lo que viene a representar algo menos del 2% del gasto sanitario global. Una proporción baja para una actividad tan dependiente de los recursos humanos empleados, y con una gran disparidad entre países. Estos datos se incluyen en el informe de una comisión independiente de la revista The Lancet, en el que se denuncia la poca información disponible sobre la formación de los profesionales, aunque nadie ponga en duda que es uno de los elementos primordiales, si no el que más, a la hora de conseguir de los sistemas sanitarios la eficiencia y equidad que la atención sanitaria de la población mundial necesita.A principios de abril del pasado año, dicha revista solicitaba de los lectores su colaboración en un estudio emprendido por una nueva comisión sobre la formación de los profesionales sanitarios en el siglo xxi. Creada bajo los auspicios de la revista y la ayuda inicial de las fundaciones de Bill & Melinda Gates y Rockefeller, además del China Medical Board, su propósito principal es fomentar una reforma global de la formación de los profesionales, necesaria debido a una serie de poderosas razones entre las que destacan, según los propios comisionados [1], los profundos cambios demográficos, socioló-gicos, económicos y tecnológicos -incluyendo tanto los avances en sistemas de información y comunicación como las innovaciones más específicamen-te sanitarias-, todo lo cual requiere nuevas aproximaciones educativas.También señalan las limitaciones de las recientes iniciativas para mejorar la salud mundial, que no han conseguido sus objetivos, probablemente porque no se ha prestado suficiente atención a la importancia de los recursos humanos como elemento fundamental para que los sistemas sanitarios funcionen adecuadamente. Si bien se han dedicado notables esfuerzos para corregir las carencias cuantitativas, hay que considerar también los aspectos cualitativos, particularmente aquellos que se refieren a la capacidad de liderazgo de los profesionales en todos los ámbitos de la sanidad. En este sentido, la diferencia entre las actuales competencias profesionales y las que demanda un mundo cada vez más interdependiente exigen una adaptabilidad en la formación que permita funcionar local y globalmente. Ello pone en evidencia el anquilosamiento de numerosos planes y programas formativos, que nacieron ya anticuados al concebirse sin la ambición necesaria, todo lo cual comporta graduados mal preparados por instituciones pobremente financiadas.Echan en falta una deliberación pública sobre las dimensiones globales de las necesidades y demandas sanitarias y la inexistencia de nuevos argumentos y de estimulantes reflexiones individuales e institucionales sobre la salud. Ello constituye una ré-mora para aprovechar las oportunidades emergentes en el á...