“…De otro lado, como valores que inciden en las preferencias individuales por la redistribución encontramos la historia y la cultura de la sociedad en la que vive el sujeto, así como la propia trayectoria vital del individuo (Lindbeck, 1997;Fehr y Schmidt, 1999;Boadway y Keen, 2000;Tirole y Bénabou, 2004;Alesina y Giuliano, 2011); el sentimiento de pertenencia a una comunidad (Luttmer, 2001;Lupu y Pontusson, 2011;Yamamura, 2012); la percepción individual sobre la existencia de justicia respecto de los resultados económicos cosechados por los sujetos (Bowles et al, 2001;Roemer, 2002;Hochschild, 2003;Alesina y Angeletos, 2005); la ideología (Shaw y Shapiro, 2005); el grado de movilidad social que el sujeto crea que existe (De Tocqueville, 1835;Hirschman, 1973;Alesina y La Ferrara, 2005;Bénabou y Ok, 2001); la religiosidad del individuo (Scheve y Stasavage, 2006); y su altruismo (Hochman y Rodgers, 1969;Thurow, 1971;Esarey et al, 2012;Costa i Font y Cowell, 2014). La evidencia empírica subraya que ser una persona religiosa, ideológicamente conservadora, carecer de sentimientos comunitarios, manifestar posiciones egoístas y la creencia de que la sociedad es móvil y meritocrática debilitan las preferencias por la redistribución de los sujetos.…”