“…Por su parte, los instrumentos psicométricos más utilizados para la medición y evaluación de la conducta suicida fueron: el Inventario de Ideación Suicida Positiva y Negativa (PANSI) (11.3%) cuyo objetivo es evaluar factores de riesgo y protección frente a las ideas de suicidio (Luna, et al, 2017;Martínez, et al, 2017;Moreno-Montoya, et al, 2017;Pérez, 2012Siabato, et al, 2016;Villalobos, 2009), el Cuestionario de Plutchick (9%), el cual permite diferenciar entre individuos que no presentan riesgo suicida y los que sí están en él (Aguirre et al, 2015;Álvarez et al, 2013;Amaya et al, 2013;Bahamón, et al, 2018;Pereira-Morales, et al, 2017), y el Inventario de Orientación Suicida (ISO) (4.5%), utilizado para el despistaje de la presencia de riesgo suicida (Gonzales, et al, 2016;Paniagua, et al, 2014;Reyes, et al, 2005;Rodríguez, et al, 2013). Otros instrumentos usados en menor proporción fueron: la Cédula de Indicadores Parasuicidas (CIP), el cual permite conocer la ocurrencia de intentos suicidas y el número de estos a lo largo de la vida, la edad del único o último intento, los motivos y métodos (Villalobos, 2009); el Inventario de Resiliencia ante el Suicidio (IRS-25), diseñado para medir los factores que ayudan a preservar de pensamientos y conductas suicidas (Villalobos, et al, 2012) y el Cuestionario de Ideación Suicida (SIQ) cuyo objetivo es evaluar la frecuencia de una jerarquía de pensamientos suicidas, partiendo desde los posibles pensamientos de desear no estar vivo, hasta pensamientos serios y específicos de matarse a sí mismo (Villalobos, et al, 2012).…”