En el año 1985, el narcotraficante Pablo Escobar ingresó a Colombia entre dos y seis ejemplares juveniles de hipopótamos que, con el paso de dos décadas, se reprodujeron y movilizaron por la zona geográfica del Magdalena Medio. En la actualidad se cree que podría haber entre diez y treinta ejemplares libres en inmediaciones del río Magdalena y unos sesenta individuos en total en el país. Los hipopótamos en Colombia son animales exóticos e introducidos, y con el tiempo fueron clasificados como especie invasora ya que su presencia representa riesgos ambientales al competir con especies nativas. Algunos de los efectos comprenden la alteración de hábitat, la perturbación de los procesos ecosistémicos y la desestabilización de los sistemas ambientales. Las medidas para su control que requieren la destinación de grandes presupuestos para la captura, control de natalidad, mantenimiento en cautiverio; o acciones socialmente cuestionables como la eutanasia, deberían ser establecidas de manera inmediata pues los recursos biológicos nativos, hidrobiológicos y pesqueros podrían verse afectados por culpa de esta especie invasora.