“…En el marco de una educación inclusiva existe una necesidad de repensar el actual modelo de apoyo al alumnado. Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto que entre las competencias principales de estos profesionales debe primar la consolidación de un trabajo colaborativo y reflexivo, que se aleja, por lo tanto, de la perspectiva terapéutica que les viene caracterizando (Brodin & Lindstrand, 2007;Cole, 2005;Dukes & Lamer Dukes, 2005;Moya 2012;Parrilla, 1996;Nilholm, Almqvist, Göransson, & Lindqvist, 2013;Sandoval, Simón & Echeita, 2018;Martin, Strnadová, & Němec, 2019). Igualmente se ha enfatizado, en numerosas ocasiones, que deberían ser destinatarios de apoyo otros agentes, como el profesorado o las familias, en definitiva, el propio centro, tomado éste como espacio que presenta determinadas necesidades.…”