Hay aproximadamente 10 millones de personas encarceladas en el mundo y se calcula que el número de presos ha aumentado en más de un millón en la última déca-da 1 . En la población reclusa los problemas de salud más frecuentes son los trastornos mentales, el abuso de alcohol, el consumo de drogas ilegales y las infecciones por virus hepatotropos, por el VIH y por el bacilo de la tuberculosis, así como las conductas violentas, autolesivas o heteroagresivas 2-6 . A pesar de que estas circunstancias harían pensar lo contrario, un reciente estudio realizado en Georgia, USA 7 , estima que la tasa global de mortalidad en prisión es baja aunque hay, como también han citado otros estudios 3,4,[8][9][10][11][12][13][14][15] , una elevada mortalidad por causas de origen violento (suicidio, agresiones, etc.). Sin embargo, en las prisiones españolas, en 2007, la tasa de mortalidad por causas violentas fue de 1,27‚, inferior a la producida por enfermedad (2,28‚), que suponía el 63,9% de los casos de muerte registrados 16 . Y debe tenerse presente, además, que la tasa de mortalidad por enfermedad hace referencia exclusivamente a las muertes ocurridas durante el encarcelamiento y no incluye, por tanto, los éxitus de personas excarceladas por libertad anticipada debida al diagnóstico de enfermedad grave con mal pronóstico vital.Desde finales de los años ochenta y hasta la aparición del TARGA en 1996, en los paí-ses occidentales, la principal causa de muerte en población reclusa fue el Sida 7,17-21 , ya que muchas de las personas internadas eran usuarias de drogas endovenosas y estaban infectadas por el VIH. Desde entonces, la prevalencia de esta infección ha pasado del 40% en aquella época hasta aproximadamente el 10% actual 22 . Este notable descenso de la infección, junto a la elevada efectividad del TARGA, ha ocasionado una disminución de la morbilidad por VIH/SIDA 23,24 , una disminución de los ingresos hospitalarios 24 y una mayor supervivencia de los sujetos infectados por el VIH1 7,[25][26][27] . Dado el descenso de las muertes por Sida ocurrido en los últimos años, cabe preguntarse cuáles son ahora las principales causas de muerte en la población internada en prisión.Para conocer la situación actual disponemos de algunos estudios de cohortes que han sido realizados durante la última déca-da 4,7,11,21,27,28 en Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido y España. Es de destacar que dos de estos trabajos han sido efectuados en nuestro país, ambos por el mismo grupo investigador, en el mismo centro de trabajo y con la ventaja de que uno se efectuó en el periodo 1994-2004 21 y otro, publicado en este número de la Revista Española de