capitalista. Entonces, lo que he comentado en múltiples ocasiones es que vivimos en la época, siglo xxi, en la que el capitalismo ha penetrado, casi sin resistencias, en todos los intersticios de la vida social. Y, además, ha penetrado en un sentido tan global que, en un momento en que hay una crisis del concepto de alma, parece que las únicas almas o la única alma, la posea el capitalismo. O sea, que el capitalismo se presenta como la única realidad existente pero también como el único ser dotado de ánima, de movimiento, en el sentido etimológico del término.-O.A.C: Siguiendo con el hilo trazado con anterioridad, ¿sigue definiendo al capitalismo como el innombrable?-R.A: En el momento en que el capitalismo, tras la caída del muro de Berlín, se queda sin el contrapunto del socialismo, aunque fuese un socialismo construido de una forma tan catastrófica, se encuentra sin el contrapeso necesario y, por ello, obtiene todo el monopolio del discurso. Es fácil observar que, en cualquier circunstancia en que hay un monopolio del discurso, se oculta el sujeto del discurso. Si tú posees todo el monopolio, no hace falta ser nombrado. Esto era característico de las concepciones del dios todopoderoso, del dios bíblico, que se caracterizaba por ser invisible y prácticamente innombrable, porque lo abarcaba todo. En este sentido, damos tan por descontado que realidad y capitalismo son la misma cosa que no es necesario nombrarlo.-O.A.C: El capitalismo genera, en su mayor medida, seres codiciosos que buscan conseguir lo que no tienen o movilizarse, empleando todo tipo de artimañas, para alcanzar lo que no se posee todavía. ¿Sigue considerándolo como uno de los males radicales en la actualidad? ¿Cómo escapar de ella, dadas las coordenadas en las que nos hallamos?-R.A: El hombre es un animal codicioso por excelencia que se diferencia de otros animales por ser avaro, además de codicioso. Más aun, aparte de codicioso y avaro, además es violento. En este sentido, solo cuando se recurre a la parte, que diríamos, angélica del hombre, que es la parte capaz de autocontención, que puede legislar toda posición avara, el hombre tiene una capacidad de contención de sus propios impulsos. En el ser humano siempre luchan estos dos elementos pero, en los momentos históricos donde se debilita toda la parte angélica, creativa, imaginativa, esta capacidad de sobreponerse a su propia bestialidad, surge con más fuerza la realidad codiciosa del hombre. Si observamos los inicios del siglo xxi, con lo que hemos llamado capitalismo de casino, se ha producido un exhibicionismo sin freno de la codicia. Esto se ha llevado a cabo, a su vez, junto a un claro debilitamiento de la democracia; en un sentido profundo, ya que la democracia, desde los griegos, es un reclamo a la contención y autocontención. En el momento en que fallan estas leyes de contención y autocontención, campa por doquier la codicia, que nosotros podemos identificar, en estos últimos años, con la cultura del pelotazo, nuevoriquismo, con todo lo que caracteriza al capitalismo especulativo, desd...