“…Los entornos naturales aportan diversos beneficios a las personas: garantizan su supervivencia y salud física, fomentan el bienestar (Capaldi et al, 2017; Gascon et al, 2016; Lumber et al, 2017; Martin et al, 2020); aportan preparación para el aprendizaje, así como un mejor desarrollo físico y social (Kida, 2019; Mustapa et al, 2015; Ulset et al, 2017); también estimulan la reconexión espiritual (Hodson & Sander, 2017); fortalecen la salud mental y la resiliencia psicológica (Bezold et al, 2018; Collado et al, 2017; Karisman & Supriadi, 2020; Shellman & Hill, 2017), y promueven la adopción de comportamientos prosociales como la generosidad y la cooperación (Weinstein et al, 2009). El contacto con la naturaleza también posibilita la aparición de afectos positivos, una sensación de relajación, y la restauración cognitiva y psicológica (Ballew & Omoto, 2018; Berto et al, 2018; Cox & Gaston, 2016; Shellman & Hill, 2017).…”