“…Durante los últimos años, una de las líneas más importantes de investigación en ciencias del deporte ha sido la que ha analizado las cualidades perceptivocognitivas (Catalán, González, Abellán & Contreras, 2014), cobrando especial relevancia su estudio en deportes en los que existe el rol de portero, como es el caso del fútbol (Castillo, Oña, Raya, Bilbao & Serra, 2009) y balonmano (Moreno, Redondo, Calvo & Rivilla, 2012). Desgraciadamente, en el caso del waterpolo, y debido a la propia idiosincrasia de este deporte, así como a las limitaciones del entorno acuático en el que se desarrolla, hacen que se dificulte la evaluación de las capacidades generales de los waterpolistas (Hohmann & Frase, 1992), por lo que son muy pocos los estudios en este campo publicados hasta la fecha (Tsekouras, Kavouras, Campagna, Kotsis, Syntosi, Papazoglou & Sidossis, 2005), y menos aún los que se han preocupado por analizar la eficacia del portero, así como las posibles diferencias entre sexos (Argudo, García, Alonso & Ruiz, 2007;Argudo, Ruiz-Barquín & Borges, 2016). Uno de los pocos casos conocidos son los estudios de Argudo y colaboradores (Argudo, García & Ruiz, 2016;Argudo, Ruiz-Barquín & Borges, 2016;Borges, Argudo & Ruiz, 2017), donde se aprecia la existencia de diferencias significativas entre los tipos y velocidades de lanzamientos en función del sexo, el número de disparos por partido, el número de expulsiones y penaltis señalados, etc.…”