“…Finalmente, Smith (2007) aduce que quien investiga el pasado de la psicología suele ser, en la mayoría de los casos, el propio psicólogo: no el historiador de las ideas y mucho menos el historiador profesional de la ciencia. Aunque esta imagen parece estar invirtiéndose por el avance de historiadores no psicólogos sobre el campo, especialmente en países como Canadá, Estados Unidos e Inglaterra (Barnes & Greer, 2016;Brock, 2016a), se ha reconocido de forma consensuada la existencia de cierto 'hiato' entre psicólogos con intereses históricos, por un lado, e historiadores entrenados, por otro (Danziger, 1994(Danziger, , 1997Dehue, 1998;Weidman, 2016), lo cual introduce problemas y tensiones en cuanto a los objetivos de la investigación histórica, en cuanto al canon técnico-metodológico y en cuanto a la posibilidad que los productos investigativos de la historiografía sean de utilidad o de significancia para la disciplina (Vera Ferrándiz, 2008). Por la escasez de recursos por los que compite, por su perspectiva crí-tica, y por apartar (supuestamente) su atención de los auténticamente legítimos problemas empíricos de la psicología, el psicólogo historiador es visto así con suspicacia.…”