“…En consecuencia, cobran especial relevancia aquellas variables que sirven de factores protectores o neutralizadores del estrés o situaciones estresantes. En este sentido, destacan las habilidades en resolución de problemas, determinados factores de personalidad, un buen desarrollo de habilidades sociales (Bandura, 1992;Caballo, 1997;Londoño, 2007;Taylor, 2000), la eficacia personal (Lazarus y Folkman, 1986;Martin, 2002), el afrontamiento positivo o centrado en el problema (Gordon, Feldman, Crose y Schoenal, 2002; Martínez-Correa, Reyes del Paso, García-León y González-Jareño, 2006), el soporte social real y percibido (Pratt et al, 2000), o el optimismo. Este último se considera como un propulsor de conductas de afrontamiento adaptativas (Scheier y Carver, 1985), tratándose de una tendencia disposicional a mantener expectativas positivas generalizadas, incluso cuando los individuos se enfrentan a la adversidad o a dificultades en sus vidas (González y Extremera, 2010;Scheier, Carver y Bridges, 2001).…”