Mientras trabajaba en el contenido de este escrito, fui beneficiado con la extraordinaria tutela, la incondicional amistad, la estimulante discusión, la grata compañía y las diversas atenciones que incontables personas tuvieron la gentileza de brindarme. Para un recuento exhaustivo de tales bienes no bastarían estas páginas. El apoyo de mi familia durante mis estudios ha sido invaluable: Ramón, Monique, Rita, César, Daniel, Arlene, Edith y Roberto han contribuido de diversas maneras a que continuara con mi formación; además, cada uno ha sido y sigue siendo, a su manera, un ejemplo a seguir. Conocí a mis sobrinos, Adrián y Nicolás, mientras trabajaba en este escrito; desde entonces, han llenado mis días de alegría. Georgina Sandoval Monreal fue mi compañera durante casi todo el proceso de elaboración de esta tesis y contribuyó, en formas sutiles pero sustanciosas, a mejorar este texto. También hizo mi vida mejor. Con su familia tengo una deuda de gratitud que temo ser incapaz de saldar. Mis compañeros y amigos fueron un incomparable estímulo para pensar en éstos y muchos otros problemas filosóficos. Por su cariño y la gran calidad de su compañía, quiero agradecer a