El asma es una de las enfermedades crónicas no transmisibles más frecuentes a nivel mundial, siendo además la más prevalente de las enfermedades crónicas respiratorias. En España se estima que la prevalencia general del asma en niños es de un 10 % y de cerca del 5 % en edad adulta. Los pacientes afectados por esta enfermedad presentan una peor calidad de vida, menor productividad laboral y más comorbilidades asociadas, y a pesar de las mejoras acontecidas en las últimas décadas en el manejo y tratamiento de esta patología, y a que se considera al asma como una enfermedad manejable y tratable, todavía se siguen produciendo muertes por ataques de asma. Llegados a este punto, es donde aparece la figura del farmacéutico comunitario que atendiendo a su formación y al particular emplazamiento donde desarrolla su labor asistencial, puede y debe jugar un papel decisivo en el abordaje del paciente asmático en atención primaria con el fin de colaborar activamente con otros profesionales sanitarios para ayudar a revertir la situación actual. Ese abordaje podría realizarse a través de diferentes intervenciones a desarrollar dentro del servicio integral de atención al paciente asmático, como son: el cribado de pacientes asmáticos no diagnosticados, la detección de situaciones de riesgo y de pacientes con asma poco o mal controlada, la detección de pacientes en situación de sobreuso o abuso de medicación de rescate, la detección de pacientes con baja adhesión al tratamiento antiinflamatorio con corticoides inhalados, la revisión del uso de los dispositivos de inhalación, la educación sanitaria y la ayuda en la obtención de planes de acción personalizados por escrito.