Se analizan cuatro adaptaciones fílmicas de Notre Dame de Paris (1831), de Victor Hugo, como iconografías del imaginario del teatro medieval en la contemporaneidad. Si bien cada una de las versiones posee motivos singulares (como el traslado de la fiesta a la noche, la abismación escenográfica, la plasticidad guignolesca y la derivación hacia los “cartoons”), se establece como lugar común el entablado en el centro de la plaza y el traslado de las figuras de las moralités medievales, tal como las concibe Hugo, hacia las calles. De fondo, se propone una lectura en clave de rebelión política del fenómeno teatral sobre la denuncia religiosa y de la aristocracia con la que se ironiza en la novela.