“…En los últimos años se han desarrollado programas antibullying eficaces, ya que han promovido una disminución de las conductas de victimización (Fekkes, Pijpers, y Verloove-Vanhorick, 2006;Gini, 2004;Gollwitzer, Eisenbach, Atria, Strohmeier, y Banse, 2006;Kärnä et al, 20011;Minton y O'More, 2008;Olweus, 2004;Ortega, 1997;Ortega y del Rey, 2001;Ortega, del Rey, y Mora-Merchán, 2004;Palladino, Nocentini, y Menesini 2012;Sapouna et al, 2010;Williford et al, 2012), un aumento de las conductas prosociales (Gini, 2004;Grossman et al, 1997) y de ayuda a las víctimas (O'Moore y Minton, 2004), una mejora de la competencia social (Leadbetter, Hoglund, y Woods, 2003), así como una disminución de las peleas (Heydenberk, Heydenberk, y Tzenova 2006) y de la agresividad (Grossman et al, 1997;Orpinas, Horn, y Staniszeski, 2003;Ortega y Lera, 2000). No obstante, a pesar de la gran relevancia social que está adquiriendo el ciberbulling, la revisión de la literatura señala que actualmente apenas hay programas de intervención psicoeducativa dirigidos a prevenir y reducir el ciberbullying que hayan sido validados.…”