“…Este genera una ficción en la práctica más peligrosa que descriptiva, porque naturaliza la virtualidad de la ecuanimidad comunicativa, como si los dos sujetos implicados en la interacción gozaran de los mismos privilegios y posicionalidades (Ferri, 2022;Leeds-Hurwitz, 2014;Chen, 2017;Jackson, 2014;Hua, 2013;Moon, 2013), que trascienden la categoría clase, sustituida por dos categorías sociales claves en este estudio: la raza -hecho social, no biológico, fundamentando las jerarquías etnoraciales y la experiencia corpo-política-y el origen nacional -donde el nacionalismo-hegemónico metodológico (Wimmer y Schiller, 2002) e ideológico, explicitado en representaciones y prácticas racistas, juega un papel fundamental-. A estos dos marcadores hay que añadir el lingüístico, respecto de lo que, con más frecuencia allí que aquí, en el ámbito anglosajón han nombrado técnicamente accent (Lippi-Green, 1997;Chambers y Trudgill, 1998;Milroy, 2000), con el que se construye la extranjeridad (Giorgis, 2018;Neagu, 2017).…”