“…La sostenibilidad organizativa se vincula a la sostenibilidad de la sociedad cuando se hace evidente que las empresas, con sus estructuras organizativas y decisiones estratégicas, actúan como agentes activos que influyen en el desarrollo sostenible de la sociedad, apareciendo las denominadas «externalidades ambientales» que pueden ser tanto físicas (por ejemplo, reducción de la contaminación) como sociales, entre las que destaca la reducción de la desigualdad social (Barrena Martínez et al, 2016;Chams y García Blandón, 2019;Jerónimo Silvestre et al, 2018). En particular, el clima social de colaboración y compromiso entre empresa y plantilla que crea el equilibrio organizativo puede extenderse a otras actuaciones de la empresa que impliquen a otros grupos de interés, transmitiendo así esa política empresarial de equidad a través de su red social de contactos y afectando finalmente a la sociedad en general (Awan et al, 2018;Porter y Kramer, 2006;Santos, 2014;Stubbs y Cocklin, 2008). Las redes sociales consisten en relaciones de intercambio entre individuos, grupos y organizaciones que incentivan la reciprocidad y la confianza, cimentadas en la presencia del valor ético de equidad compartido por todos esos agentes.…”