“…La mayoría de estas clasificaciones contienen categorías nominales que pueden ser útiles para identificar modos de respuesta del terapeuta independientes del tema del discurso (Hill, 1978) asociados al regreso del cliente para continuar el proceso (Tryon, 2003). También pueden ser útiles para evaluar tipos de intervenciones del terapeuta en un tipo particular de terapia (Connolly, Crits-Christoph, Shappell, Barber, & Luborsky, 1998); estudiar la interacción terapéutica desde una perspectiva topográfica teniendo en cuenta la relación con su contexto de ocurrencia y enseñar habilidades del terapeuta (Zamignani & Meyer, 2011), identificar cómo el terapeuta responde de manera contingente y apropiada a los problemas del cliente (Callaghan, Summers, & Weidman, 2003); analizar el proceso de cambio emocional (Gumz, Lucklum, Herrmann, Geyer, & Bräler, 2011); identificar modos de respuesta del terapeuta (Elliott et al, 1987;Stiles 1992) y patrones temporales que caractericen distintos enfoques (Stiles & Shapiro, 1995). Con el fin de realizar una clasificación analítico funcional de la conducta verbal del terapeuta, Froján y su grupo de investigación (Froján-Parga, Montaño-Fidalgo, Calero-Elvira, & Ruíz-Sancho, 2008;Froján-Parga, Ruiz-Sancho, & Calero-Elvira, 2014) desarrollaron un sistema de categorías basadas en las conducta básicas de Catania.…”