“…Si se observa el problema desde el foco didáctico del aprendizaje, la meta final de la formación del lector literario es que los libros sean una de sus principales fuentes de entretenimiento en momentos de ocio, a través de propuestas adecuadas a los intereses personales y a la pericia de cada lector (Fraguela, Pose y Varela, 2016). Al ser la lectura una actividad cognitiva de orden superior, fundada en la motivación intrínseca (Alexander y Murphy, 1998;Rosenblat, 2002;Schwabe, McElvany y Trendtel, 2015), la formación del lector debería estar asentada, entonces, en la educación del apego emocional a la cultura letrada (McGeown, Duncan, Griffiths y Stothard, 2015; McGeown, Osborne, Warhurst, Norgate y Duncan, 2016; Schaffner, Schiefele y Ulferts, 2013; Wigfield, Gladstone y Turci, 2016).…”