El presente artículo enseña algunas de las formas que toma la razón evaluadora en la educación contemporánea y, en particular, en cierta filosofía de la educación. La travesía combativa propuesta, que busca alimentar una crítica de la razón evaluadora, abreva en fuentes de la literatura para retratar alguna de las formas en cuestión, así como también para pensar en modos de resistencia a las mismas. De este modo, se pretende avistar horizontes de alteridad que interrumpan la sinonimia que la modernidad/colonialidad instaló entre educación y evaluación, al tiempo que se discute el culto que dicho tipo de racionalidad promueve en determinados planteos filosófico-educativos. En este contexto, podrá observarse cómo la cuestión de la infancia, enfrentada a la razón evaluadora, puede llegar a claudicar sus términos y quedar como una infancia en cuestión a partir de la prerrogativa del culto evaluacionista. Esto último no impedirá situar el antagonismo entre la infancia y las mañas de un culto que intenta seducir mediante juegos rituales adornados con palabras como democracia, control público y mundo compartido. Luego, mediante una búsqueda de lo intersticial, de una pedagogía que dé pelea y dé una corrección otra que se instale en la educación como un tiempo colectivo de infancia y solidaridad con un entramado artesanal/textual, siempre conducente a una parte otra siempre conjetural (más allá de normas y jerarquías). El desenlace está dedicado a la pregunta por el final de la infancia y de su verdugo como una imposible conclusión, ya que la lucha (pedagógico-literaria) continúa