“…Se sostiene, por ejemplo, que la preparación de profesores articula débilmente la formación pedagógica y la formación en la especialidad; que el nivel de aprendizaje de los contenidos curriculares y la comprensión de la naturaleza teórico-práctica de la acción pedagógica resultan insuficientes; que las relaciones con el sistema educativo son aún incipientes y que pese a las mediciones externas (como la prueba INICIA), no se ha avanzado en procedimientos internos confiables de monitoreo y evaluación a los programas de formación. Se argumenta que, al menos en parte, estas debilidades se deberían a la escasa actualización de los programas de formación y a una débil capacidad instalada tanto para producir conocimiento desde las propias escuelas de pedagogía, como para asimilar e incorporar a la formación el aporte de investigaciones sobre aprendizaje, enseñanza, la escuela y el trabajo docente (Comisión Formación Docente, 2005;Lara, Förster y Gorichon, 2007;Mineduc, 2006;OCDE, 2004). Asimismo, en la última década la intensificación de los debates y cuestionamientos a la calidad de los procesos ha venido de la mano con un aumento sostenido de estudios que atienden a los procesos de enseñanza y, en particular, a los referidos al profesor y a su formación (CIDE y Mineduc, 2007).…”