“…Son varios los estudios que recogen la evolución de la desafección política y otras actitudes negativas, cuyas explicaciones han tenido inicialmente su origen en los procesos socializadores y, más recientemente, en la crisis económica como principal factor explicativo (Bargsted y Torcal, 2015;Llera Ramo, 2016;Lorente Fontaneda y Sánchez-Vítores, 2018;Montero et al, 1998;Paramio, 2015;Torcal, 2003Torcal, , 2006Torcal, , 2014Torcal, , 2016. Frente a estos y otros estudios, que postularon la existencia en España de un antecedente cultural en contra de la política (Montero et al, 1998;Offe, 2006;Torcal y Montero, 2006;Torcal, 2003Torcal, , 2006, nuestras hipótesis de partida establecen que la desafección se debe en gran medida a unos efectos de periodo -como he defendido en otros artículos (Megías, 2020)-y que la atribución a la crisis económica de ese carácter catalizador supone obviar lo principal: no es la economía, sino la gestión que de la misma se ha venido realizando por parte de la clase política. En consecuencia, sería la política y no la economía la que determinaría el perfil del individuo desafecto de la última década.…”