Los supuestos metodológicos del trabajo en terminología desde una aproximación lingüística y textualista están bien establecidos desde hace años. No puede hablarse de una metodología terminológica única, puesto que lo que denominaremos escenarios terminológicos pueden suponer recorridos y etapas metodológicas muy diferentes –por ejemplo, una recopilación de neologismos de prensa, la compilación de un glosario para la traducción, o un trabajo de normalización de términos.La diversidad de escenarios terminológicos se corresponde con una gran variedad de herramientas disponibles para el terminólogo: gestores de bases de datos, alineadores, concordanciadores, herramientas de traducción asistida y automática, detectores de terminología, extractores de definiciones, etc. Cada escenario de trabajo exige su propio conjunto de herramientas.En este artículo, planteamos una serie de reflexiones metodológicas en torno al trabajo en terminología: si bien las herramientas nos permiten tratar grandes volúmenes de datos, ser más consistentes, y validar hipótesis de una forma más objetivable, sobre todo cuantitativamente, ¿qué se pierde al dejar que sea la herramienta, y no el investigador, quien extraiga evidencias y presente resultados? A partir de ejemplos concretos, responderemos a las siguientes preguntas: ¿se pierden datos relevantes? ¿En qué etapas, mayormente? ¿Qué tipo de datos son y qué impacto tienen sobre la investigación? Además de datos, ¿qué otros aspectos de la metodología se pueden ver afectados? Puesto que la investigación se desarrolló en un escenario de traducción, en las conclusiones proyectaremos las consecuencias de estas reflexiones sobre la enseñanza-aprendizaje de la terminología en contextos de traducción.