INTRODUCC IONHay diferentes modos para expresar lo que nos decimos a nosotros mismos: «diálogo interno», «pensamientos automáticos», «automanifestaciones», «sentencias internas», etc. El tema de las automanifestaciones (AM) ha adquirido a lo largo de los últimos arios un interés especial por sus implicaciones en el campo de la evaluación y la intervención en psicopatología. La introducción de las corrientes cognitivistas en el ámbito de la práctica conductual ha favorecido un análisis funcional más detallado y preciso del rol que pueden jugar lás AM en la génesis, el mantenimiento y evolución de ciertas disfunciones. El interés es tan notorio que en la actualidad empieza a hablarse del posible desarrollo de una taxonomía semántica vinculada a cada una de estas áreas clínicas.Pero ¿qué hay tras la AM? Algunos suponen que una estructura cognitiva soporte que, siguiendo ciertos modelos de organización de las creencias (ver Bas, 1982), nos permite hablar de una organización o estructura de superficie y de otra estructura profunda. Las AM son accesibles a la introspección y constituyen la fachada de esa casa que llamamos estructura cognitiva. La organización profunda no es accesible a nuestra búsqueda activa, como no lo es el interior de una casa que miramos desde la calle. Está «ahí», pero sólo se manifiesta indirectamente a través de las AM. Está compuesta por las llamadas «creencias centrales o nucleares», que, como las normas de un código, han guiado sutilmente nuestras AM e incluso, a veces, la propia conducta manifiesta. Estas creencias centrales se deducen pues a través de un proceso de inferencia. En general, nosotros poseemos registros de las AM que el sujeto ha efectuado durante sus actividades diarias o al enfrentarse a una tarea difícil. A través de estos registros podemos inferir una o varias creencias centrales que, expresadas en forma de una breve proposición, nos permiten deducir aquellas AM que fueron registradas por el sujeto.De todos modos, no todos los cognitivistas mantienen esos puntos de vista. Utilizar las AM como «signos» para inferir a partir de ellos la existencia de otras estructuras soporte resulta cuando menos formalmente innecesario. Los datos cognitivos pueden ser utilizados «tal y como se presentan» en la actividad consciente, de modo similar a como hacen los conductistas ortodoxos respecto a la conducta manifiesta, sin establecer ningún tipo de inferencias sobre la existencia de supuestos estratos más profundos. La demanda de organizaciones subyacentes 143