Entre 1989 y el 2001, Israel recibió 920,000 inmigrantes procedentes de las repúblicas exsoviéticas; el 40% de ellos entre 1990 y 1991. Este artículo pretende analizar el proceso migratorio de esa gran oleada desde sus raíces históricas hasta su situación actual dentro de la sociedad israelí. En él se detallan los antecedentes, que datan desde la proclamación del Estado de Israel en 1948, y los sucesivos avatares en su relación con la Unión Soviética, el gran éxodo de los inmigrantes judíos en la década de los noventa, las diferencias de esta oleada respecto a la que tuvo lugar en la década de los setenta, y su posterior proceso de integración. Este último es abordado en diversas dimensiones, considerando el impacto que supuso la llegada de la segunda oleada, no solo en términos demográficos, sino también en el ámbito económico, político, social y de defensa.
The “summer of migration” has facilitated a right-wing narrative that depicts migration and Islam as a security threat to European society, in which gender equality and women’s rights are instrumentalized for political purposes. This political strategy, defined by Farris as femonationalism, and its effects constitute the object of this paper. For this purpose, I analyze the German campaign "120-Dezibel", which takes advantage of migrant-led sexual assaults against European women in order to promote a xenophobic immigration policy that affects the current political discourse on refugees and the ›European border regime‹. It's concluded that, by focusing only on perpetrators of foreign origin and in white European victims, far-right feminists place the origin of gender violence beyond European borders, detracting attention from the violence rooted within them, perpetuating a colonial and patriarchal mentality. Finally, that such campaigns evidence how getting involved in the feminist struggle alone is insufficient if the anti-racist struggle is ignored.
IntroducciónEn el corazón de Europa, en unos Balcanes históricamente complejos y conflictivos, una disputa entre dos Estados se encuentra enquistada desde su inicio hasta nuestros días. El motivo: el nombre de un país. Tanto Grecia como la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM 1 ) mantienen reivindicaciones sobre el tér-mino "Macedonia". Atenas nunca ha aceptado que sus vecinos del norte empleen dicha palabra en su nombre constitucional de "República de Macedonia". El gobierno de Skopie se niega a renunciar a ella. De esta divergencia por el nombre de un país, que puede parecer trivial, se han derivado intensos enfrentamientos dialécti-cos, embargos, bloqueos y vetos, conque, actualmente, tanto la política interna como las relaciones exteriores de estos dos Estados, ya sean bilaterales o internacionales, se encuentran influenciadas, en gran medida, por esta cuestión. Es una disputa no sólo por una palabra, sino por el legado histórico y cultural de los reinos de Filipo II y Alejandro Magno.1 Los autores, buscando permanecer neutrales en la disputa planteada entre Skopie y Atenas, utilizarán, en el presente artículo, el nombre Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM; por sus siglas en inglés, FYROM) para referirse al país que constitucionalmente se llama "República de Macedonia". La decisión ha sido tomada con base en que es la designación que dicho país mantiene en las Naciones Unidas.
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