El problema mundial de las drogas se ha convertido en un objeto destacado de diálogo político y cooperación en las relaciones entre la UE y América Latina y Caribe. Las relaciones en este ámbito se basan en el principio de responsabilidad compartida consagrado en los principales instrumentos internacionales y han ido ampliando sus áreas de trabajo, desde los enfoques vinculados a la seguridad a otros que amplían su alcance al desarrollo alternativo y a las políticas sociales de prevención y de salud. Las visiones y enfoque de los diversos países y actores implicados se han ido aproximando, pero están además determinadas por las diferentes estrategias de la ONU y los tratados multilaterales, la OEA, las sucesivas estrategias Europeas contra las drogas y las estrategias subregionales que se han creado en el área Andina y en América del Sur. Existen dificultades a la hora de coordinar las operaciones y programas debido a que la cooperación está muy fragmentada y a posicionamientos ideológicos que oscilan entre estrategias prohibicionistas y otras que defienden la despenalización y la regulación total o parcial de su producción y distribución. Esas diferencias se pusieron de manifiesto en la Sesión especial de las Naciones Unidas sobre las Drogas celebrada en abril de 2016 e impidieron avances significativos en la agenda internacional.
RESUMEN: Estados Unidos y la Unión Europea reconocieron a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, al tiempo que incrementaban las sanciones hacia el gobierno de Nicolás Maduro para que convocara elecciones e iniciara una transición democrática. Partiendo de la hipótesis de que los objetivos e instrumentos de ambos actores hacia Venezuela no son idénticos, este artículo analiza las semejanzas y diferencias en sus políticas, teniendo en cuenta el antecedente del caso cubano y la literatura sobre sanciones.
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