Fundamento: Los adolescentes presentan con relativa frecuencia trastornos de la conducta alimentaria, depresivos, del aprendizaje y conductas violentas, detectados tardíamente en muchas ocasiones. El objetivo de este trabajo fue investigar la presencia de signos de alerta ante estos trastornos entre los adolescentes y relacionarlos con el entorno social y familiar y los hábitos de vida. Métodos: Estudio transversal descriptivo, mediante encuesta a 2.178 adolescentes de 12 a 16 años, representativos de los adolescentes de Cantabria. Los signos de alerta se definieron a partir de los criterios de la Asociación Médica Americana y Asociación Americana de Psiquiatría. Resultados: El 4,2% de los adolescentes presenta signos de alerta de trastornos del aprendizaje, asociados al sexo masculino, a la asistencia a colegios públicos y a repetir curso. El 4,3% y el 10,2% presenta signos de alerta de trastornos de la conducta alimentaria y trastornos depresivos, respectivamente, estando ambos asociados al sexo femenino. El 8,4% tiene signos de alerta de conductas violentas, más frecuente en varones. Los signos investigados están distribuidos homogéneamente y aumentan con la edad. Están asociados de forma estadísticamente significativa con mayor consumo de tabaco, alcohol y drogas ilegales, episodios de embriaguez y determinado uso del tiempo libre por parte de los propios adolescentes, y con mayor consumo de sustancias adictivas por amigos y familiares. Conclusiones: La prevalencia de signos de alerta en la adolescencia y sus consecuencias individuales y familiares, a corto y a largo plazo, justifican la detección en atención primaria, mediante cuestionarios sencillos que orienten al diagnóstico precoz.
scite is a Brooklyn-based organization that helps researchers better discover and understand research articles through Smart Citations–citations that display the context of the citation and describe whether the article provides supporting or contrasting evidence. scite is used by students and researchers from around the world and is funded in part by the National Science Foundation and the National Institute on Drug Abuse of the National Institutes of Health.