El estudio de las actitudes es, hoy por hoy, una área de convergencia interdisciplinaria, dentro de las ciencias humanas. Numerosos estudios han sido llevados a cabo por investigadores en este terreno -psicólogos o soció-logos-utilizando como metodología desde la más controlada experimentación hasta el análisis cualitativo de textos y documentos, pasando por las encuestas de opinión y las entrevistas en profundidad. Esta variedad de contextos analíticos y metodológicos en que aparece el concepto de actitud, hace difícil la delimitación de su alcance teórico-conceptual, de su papel dentro de las hipótesis de que suele formar parte. Ahora bien, aunque el estudio de las actitudes pretendió conectar la teoría de la cultura -o más específicamente, la sociología-con la psicología individual, desde el principio, sin embargo, este estudio fue llevado a cabo con fines esencialmente psicológicos (1). Esta tendencia apuntada por Znaniecki, refiriéndose a la monumental obra que escribió con Thomas (2), puede decirse que persiste todavía. Y persiste, en gran medida, porque, como les ocurrió a Thomas y Znaniecki, todavía se conceptualizan las actitudes como "tendencias subjetivas a actuar" (3), como características individuales.En este sentido, la tesis fundamental de este trabajo es que para un estudio adecuado de las actitudes es indispensable un marco conceptual y un nivel analítico que tengan en cuenta de manera sistemática las incontrovertibles realidades de la estructura sociocultural.Tal afirmación es, conscientemente, excesivamente genérica y parece, en principio, obvia. Sin embargo, a pesar de que, en principio, muy pocos estudiosos estarían en desacuerdo con ella, el hecho es que en la mayoría de los estudios empíricos sobre actitudes y opiniones, e incluso, en los planteamientos teóricos más recientes, el contexto sociocultural queda como (1) ZNANIECKI, F.: Cultural Sciences.
The title of this chapter has definitional connotations. It is generally assumed that definitions are irrelevant as far as the configuration of a field of knowledge is concerned, given that they are merely intentional or wishful statements and can hardly condense the real scope of what a field of knowledge actually is. It is often said that there are as many definitions as the authors who write in any given field. The fact is that definitions are of much more consequence than scientists generally presume (Sapsford, Still, Miell, Stevens, & Wetherell, 1998). Definitions are what make basic conceptions of a science apparent. They also function as an initial map of the territory encompassed by a field of knowledge. Definitions also legitimize the investigation of certain domains over others. The reader should recognize that to define means to fix limits or boundaries. More generally, at a time of thriving nationalisms, disciplinary nationalism also flourishes. Specifically, boundaries and territoriality are at the root of the struggles and conflicts by which the relative status and power of individuals and groups are shaped. Although these disciplinary struggles are discursive and symbolic, this does not prevent them from being very intense.The major thrust of my analysis is that social psychology, if it is to become a more representative and conceptually specific discipline, has to be not only social but sociological. The sociological dimension is what provides social psychology its specificity with regard to general or basic psychology. That is, in adopting the perspective of sociology, social psychology thereby becomes a part of sociology as well as psychology. This thesis is the connecting thread for the following arguments and observations. For this purpose 1 first make sorne historical references that have had a deep impact on the development of psychological social psychology; second, 1 evaluate briefly the so-called crisis of social psychology, a turning point with up-to-date consequences; and third, 1 describe sorne viewpoints of European and Latín American social psychology, the writings of which seem to go in the direction 1 am proposing. 1 end up with sorne considerations of Kelman's work and intellectual style, focusing on his conception of the discipline and sorne of his widely influential contributions in expanding the domain of social psychology.21
Desde 10s origenes mismos de la ciencia moderna ha habido una tendencia hacia la práctica y por tanto hacia la témica. La búsqueda en aplicaciones y el dominio sobre la naturaleza han constituido siempre una dimensión del saber teórico. Pero esa tendencia hacia la interrelación del saber científic0 y técnico, entre investigación teórica y aplicada, parece sin embargo inherente a las condiciones de evolución de nuestras sociedades actuales.Los sociólogos de la ciencia han puesto de manifiesto la cada vez mayor proximidad entre 10s avances científicos y sus posibles aplicaciones prácti-cas, entre 10s resultados de la investigación y su instrumentalización (técni-co-económica). Ciencia y tecnologia aparecen (y subrayo aparecen) cada vez mis como un binomi0 indesligable. El proceso de racionalización, en el sentido de Weber, induce a esa conversión y asimilación de la ciencia en fuerza productiva. Y asi, 10s analistas de la Hamada sociedad postindustrial consideran, en efecto, que el principio axial de su estructura es la centralidad y la codificación del conocimiento teórico.De ahí que sus instituciones fundamentales sean aquéllas que se dedican a la producción de ese conocimiento teórico: universidades, academias, institutos de investigación, etc. La importancia de estas instituciones se deriva, claro está, de que la producción est6 basada directamente en la investigación científico-técnica. Todo esto ha facilitado una relación de cada vez mayor dominio del hombre sobre la naturaleza. Aparentemente, la vieja pretensión comtiana de <(saber para prever y prever para poder),,
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