La zona geotérmica de Pathé, en el sector oriental de la Faja Volcánica Transmexicana, ha atraído la atención de exploradores y científicos desde finales del siglo XVIII. El ingeniero de minas alemán Joseph Burkart (1798-1870), discípulo de Alexander von Humboldt (1769-1859), elaboró en 1836 una detallada descripción geológica de la zona, gracias a la cual esta zona geotérmica fue la primera en México en investigarse bajo los paradigmas de la ciencia moderna. A inicios del siglo XX la zona fue estudiada por el ingeniero José Guadalupe Aguilera Serrano (1857-1941), quien en 1907 describió las rocas eruptivas y sus productos de alteración. Su interés eran los yacimientos de caolín de Yexthó, situados a un km de las manifestaciones de termales. A mediados de siglo la zona ya se prospectaba como fuente de energía geotérmica, lo que culminó en la primera planta geotermoeléctrica del continente americano, en operación entre 1959 y 1972 con una capacidad nominal de 3.5 MW. Las manifestaciones termales de Pathé se ubican en la intersección de dos sistemas regionales de fallas, de dirección N-S y E-W, y están encajonadas en una unidad volcánica (toba y lava) de composición básica a intermedia y edad Mioceno superior. Las alteraciones hidrotermales superficiales son conspicuas y su distribución está igualmente controlada por fallas pertenecientes a ambos sistemas. Asociada a las fallas N-S ocurre la asociación de alteración calcita-yeso, que involucra fluidos oxidados y alcalinos. Por otro lado, ligados a las fallas E-W ?más tardías? se hallan los depósitos de caolín, producto de una alteración argílica avanzada, característica de zonas de condensación de vapor. Las condiciones del fluido indicadas por esta alteración son un pH muy ácido (2–3) y temperaturas cercanas a los 100 °C. Por su clara asociación con las fallas, así como por la ausencia de vulcanismo reciente (Cuaternario) cercano, Pathé se clasifica como un sistema geotérmico convectivo controlado por fallas. La sucesión de eventos de alteración sugiere que la actividad hidrotermal inició desde antes del Plioceno.
México posee una antigua tradición científica vinculada a la geología y disciplinas relacionadas con los recursos minerales que se remonta al siglo XVIII con la fundación del Colegio de Minería, cuna de las ciencias geológicas y de la ingeniería en América. En esta institución, el ingeniero Antonio del Castillo (1820-1895) concibió la idea de crear el Instituto Geológico de México en 1888, un organismo dedicado exclusivamente a la geología, independiente de la minería, a la postre, semillero de instituciones y sociedades. En 1904, un grupo de ingenieros y de hombres de ciencias liderados por José Guadalupe Aguilera (1857-1941), dedicados a disciplinas geológicas y adscritos al Instituto Geológico de México fundaron la Sociedad Geológica Mexicana. Ello representó uno de los esfuerzos institucionales de los pioneros en estos estudios por haber logrado organizarse, diferenciarse, además de haber desarrollado y divulgado los conocimientos útiles, pero desconocidos, del suelo mexicano. Entre 1903 y 1912 se fraguaron iniciativas, reuniones, estatutos, la edición del Boletín, como vehículo de comunicación y expresión, el diseño del emblema de la agrupación, la organización de excursiones públicas a sitios de interés geológico del vasto y desconocido libro de la naturaleza nacional. Lo anterior, en el marco de un proyecto académico de envergadura nacional que incluyó a la geología en la agenda del Estado mexicano. También fue la época heroica de la geología, toda vez que la comunidad científica en ciernes inventó la disciplina con la instauración del Día del Geólogo en México, cultivó la confraternidad y lazos entre los socios agremiados en la corporación -ingenieros de minas, geólogos, metalurgistas y aficionados- e impulsó su vinculación con el Instituto Geológico de México, que desde su origen sirvió de sede. En este artículo buscamos ofrecer un recorrido por los albores de una de las primeras sociedades científicas relacionadas con la geología en México, actualmente activa, dicha etapa corresponde a los años de 1904 y 1912, la primera de cuatro épocas que ha tenido a lo largo de su existencia. Con base en la revisión de los primeros ocho volúmenes del Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana y otras fuentes documentales conservadas en archivos y bibliotecas, que forman parte de la memoria y patrimonio documental científico de México, se demuestra cómo la práctica geológica en el país fue desarrollada por la Sociedad Geológica Mexicana y el Instituto Geológico de México.
In 2019, the Institute of Geology celebrated its ninetieth anniversary as part of Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). The main establishment in Mexico for the teaching, research, and dissemination of the geological sciences, it is an institution with a long history and a great scientific legacy. It dates back to the 19th century, since it is the heir to the Geological Institute of Mexico (1888), the first institute in the Mexican republic to carry out research in the geological sciences and to study the country’s territory from three points of view: scientific, technical, and industrial. It was conceived by the mining engineer Antonio del Castillo (1820–1895) to meet the need to scientifically explore the country’s latent mineral wealth, for which reason its functions included: mapping regions whose lithology and resources were unknown, providing specialized services to the public—the analysis and classification of water, rocks, land, fossils, minerals, and oil—and creating a geological and paleontological museum for the nation. From 1888 to 1917, the institution was part of the Ministry of Development, Colonization, Industry, and Commerce (Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio). In 1917, the Venustiano Carranza administration promulgated a new constitution, reformed governmental administration, and created the Ministry of Industry, Commerce, and Labor (Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo), which was responsible for all questions related to industries such as mining and oil. Although it lapsed somewhat between 1917 and 1929, during the armed conflict of the Mexican Revolution (1910–1920), the Institute of Geology of Mexico was assigned to the Department of Geological Studies and Explorations, with the task of carrying out applied science through the study of new and old mining areas and the location of aquifers. A new scenario emerged in 1929 when the administration of President Emilio Portes Gil enacted the Organic Law of the National University, granting the latter university autonomy, which also allowed institutions of a scientific nature such as the National Astronomical Observatory, the National Library, the Department of Biological Studies, and the National Geological Institute to carry out research as one of their substantive activities. On November 16, 1929, the former Department of Geological Studies and Explorations was incorporated in the most important scholarly institution of Mexico under the name of the Institute of Geology.
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