Las universidades cumplen un rol social, por tanto, son objetos y sujetos de las políticas públicas de los países, las cuales ejercen distintas influencias sobre aquellas. Este debate ha sido especialmente hostil hacia las universidades con identidad católica; de hecho, es reducido el número de investigaciones que den cuenta del modo como influyen tales políticas en el ejercicio de sus funciones universitarias, pese a la presencia que han mantenido en la historia de las instituciones occidentales. Recientemente, la vinculación o tercera misión como función institucional se ha intencionado y cabe preguntarse cómo la catolicidad influye en las formas de vinculación con el medio, o si las disposiciones institucionales están solo mediadas por los contextos en que estas se desenvuelven. Para intentar dar respuesta a los anteriores interrogantes, se analizó el discurso institucional a través de un corpus documental, entendiendo este como constructor de una matriz de inteligibilidad para la acción de los sujetos. Se analizaron dos contextos disímiles: el alemán y el chileno. Esta comparación hizo posible reconocer que, aunque los contextos ejercen diferencias importantes en las formas como se responde a sus particularidades, la catolicidad posibilita un discurso que trasciende el contexto, sin antagonizar con la función universitaria.
Promover calidad de la educación universitaria es fundamental para el desarrollo, sin embargo sostenerlo solo desde currículos tecnificados, es olvidar el valor que agrega lo emocional en la formación de personas con responsabilidad social.El presente artículo reflexiona cómo la incorporación de lo emocional como un eje curricular, favorece la efectividad y profundidad de los aprendizajes, aunque su manejo en el aula obligue a un cambio en la relación profesor-alumno.Una experiencia de aula, basado en lo propuesto por Krathwohl confirmó mejoras en la disposición al trabajo, conductas y resultados en los grupos. Esto, en concordancia con la literatura, corrobora que una educación que prioriza competencias genéricas, consigue mayor desarrollo y productividad, formando profesionales que contribuirán mejor al desarrollo económico de su comunidad.
Urban development creates spaces in the city that are marginalized. By validating itself as a self-fulfilling prophecy, it generates a social fabric that is invulnerable to social innovation and favorable conditions are established for micro-trafficking and crime to flourish. It is possible to improve the social capital of the members of a community, thanks to the integration of the community around the traditional values that sustain it. The tourism industry offers itself as an interesting prospect, since the opportunity to rescue the forgotten history of these places has proven to be an engine of development in different parts of the planet, articulating a network of possibilities as it returns these places to the map, making them visible and pressing for local governments to derive resources from it. The patrimony thus becomes a double-edged sword, because that which rescues history also loses it for the inhabitants themselves. Reversing these processes means reconnecting the subject with its territory and allowing that from the sharing of their interests on the place, they can organize a social substrate able to manage the opportunities and the resolution of their social problems. Thus activating a social innovation from the socio-innovative dispositions of its inhabitant, requires humanizing the sense of space and how a given community is capable of sustaining an urban identity. For there to be a sustainable cultural heritage, it is necessary for the resident community to be able to actively link with it, because not to do so is to make it a sterile, artificial and packaged object for a tourist, but lacking an identity
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