En este artículo presentamos una reflexión sobre la interrelación entre patrimonio y turismo a partir del ejemplo del Pirineo catalán. En los últimos años, el turismo ha evolucionado en busca de nuevas formas y nuevos elementos para diversificar su oferta y atraer nuevos públicos. Entre ellos, el patrimonio inmaterial se ha convertido en uno de sus elementos más importantes y valiosos. El patrimonio inmaterial ha sido utilizado para darle un valor añadido al turismo, creando y a veces reinventado un paisaje cultural centrado en los valores de la naturaleza y de la ruralidad. Tras analizar distintos ejemplos de uso del patrimonio inmaterial, discutiremos las oportunidades y peligros del uso de este patrimonio, que comporta una redefinición de las imágenes culturales sociales e incluso la producción de nuevos patrimonios.

Los museos etnológicos han tenido un papel muy relevante en la configuración de los discursos sobre los Pirineos, creando unas representaciones imaginarias de la montaña. En general, se ha preservado un patrimonio colectivo que es expuesto a los visitantes con una visión del pasado centrada en temáticas como la casa, el pastoralismo y la ganadería, el paisaje y la noción de la montaña, las formas de cultura popular (brujería, leyendas), o la artesanía, muy alejadas de las transformaciones que ha experimentado la sociedad pirenaica. Estas imágenes son el resultado de la influencia del pirineismo y del folklore, pero también de la selección de unos determinados recursos para su activación turística, legitimando discursos de autenticidad. El texto se detiene en un análisis monográfico sobre la representación de la casa pirenaica, indicando que en este caso se ha ido evolucionando de los discursos más folklóricos a otros recientes de carácter antropológico, señalando las dificultades museológicas para presentar sus cambios más recientes.