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Haeckel fue médico. Se graduó en 1857, alumno de Johannes Muller en la Universidad de Berlín, que tuvo entre sus alumnos a Virchow y a Schwann. Amante de la biología y un maestro de la pintura, Haeckel es conocido no por su profesión, sino por dos grandes dimensiones de su saber. La primera, es la prodigiosa obra zoológica construida por oleadas dedicadas a los radiolarios (1862-1888), los sifonóforos (1869-1888), las esponjas calcáreas (1872), las medusas (1879-1881) y las keratosas abisales (1889). Un trabajo que culmina en un texto expresivo de la influencia de Goethe y Humboldt en su pensamiento: Las formas artísticas de la naturaleza (1899)(1900)(1901)(1902)(1903)(1904). Este libro Taschen es una joya casi infinita en mostrarnos el genio de Haeckel y su construcción de una biología llenas de dibujos y colores, el envés de El origen de las especies. Un estudio de lo vivo a través de movimientos laterales, multiplicadores, de conexiones y formas.La segunda es que Haeckel es el acuñador de la palabra ecología, una expresión que condensa intuiciones de Lamarck. Una propuesta que incluye la consideración y el estudio no sólo de los vivos, sino de los no vivos. Haeckel vendría siendo un precursor de los estudios del sistema tierra y de la teoría del actor red. Haeckel se decía monista y defendía con vehemencia un punto de vista unificador del saber.Taschen nos da la oportunidad con su talento editorial, para adentrarnos en las imágenes dibujadas magistralmente por su mano y algunas aproximaciones a su vida y pensamiento. De esto último, quedamos en deuda aún.

llegó a mis manos una lectura deliciosa. La talentosa ensayista Irene Vallejo, nos sumerge en una investigación fascinante sobre los libros desde que eran apenas papiros y nos va encausando en su evolución hasta lo que son hoy en día. A través de alusiones a leyendas y diferentes relatos de personajes históricos, vamos descubriendo que los libros han ocupado un lugar de fascinación y han sido medida de riqueza en las civilizaciones antiguas. Lo que significó la biblioteca de Alejandría, queda revelado, o el hecho de que Alejandro Magno guardaba su Ileada en un cofre sagrado que dormía a su lado, soñando hazañas y llevándolas a la realidad en formas impresionantes de crueldad en las ciudades vencidas.En estos tiempos en que cada vez más, el libro parece ser una reliquia o un objeto de valor museable, en estos momentos en que las lecturas a través de aplicaciones en dispositivos, toman un lugar preponderante, este ensayo viene a mostrarnos la magia que habita el universo de los libros desde sus inicios en barro y pergaminos. Puede ser una propuesta interesante para los jóvenes, que están totalmente abstraídos con los medios electrónicos. Es una invitación a adentrarse en los antecesores de la web y dejarse impresionar con hermosas muestras de amor, como la que tuvo Marco Antonio hacia Cleopatra regalándole una biblioteca con más de 200.000 ejemplares. Pero también, a través de esta exhaustiva escritura de la autora, se demuestra cómo ha sido el trayecto no siempre feliz, de las bibliotecas, librerías y libros, hasta lo que conocemos hoy como el legado literario de nuestro mundo occidental.Muchos de los hechos históricos contados en este ensayo, ya eran conocidos, quizás un poco olvidados por la premura con que sobrevive la humanidad. La lectura se torna a veces un poco tediosa debido a tanta información, que fluye ante nuestros ojos rápidamente, pero no es más que la rapidez con que leemos en sí misma la vida actual. Quizás influye que la propia autora es bloguera y asidua de las redes sociales, contando algunas anécdotas personales entre hecho y hecho histórico. Esto puede acercarla a un público más amplio y variado, por lo cual pienso ha tenido tanto éxito el libro.En mi opinión, vale la pena recordar, a través de este vasto recorrido que ofrece la autora de manera precisa, detallista y entretenida, el mundo apasionante de los libros.

en Ciencias Biológicas. Quién dedicó toda su vida laboral a trabajar en el Museo de Historia Natural como zoólogo e investigador.Puntualmente esa mañana de febrero, comenzamos la conversación, José me contó que a partir del año 1976 y antes de terminar su memoria de título, fue invitado a trabajar en el museo de historia natural y ya a partir de 1977 comenzó su trabajo en el área de sección de mamíferos, su labor consistió en hacer investigación, salidas a terreno y publicaciones, tanto en los anales del museo como en otras revistas científicas.Me cuenta que en los años ochenta y bajo la dirección de la antropóloga -egiptóloga, de origen austriaco Grete Mostny se hizo una remodelación del museo, con el fin de exhibir en forma secuencial y cooperativa los objetos, con el objetivo de entender la presencia y el aporte de cada uno de estos a las diferentes zonas de Chile, teniendo en cuenta que un museo de historia natural se deben contemplar áreas como: Antropología, botánica, entomología, geología y paleontología, vertebrados, hidrología.En el museo trabajan alrededor de 90 personas, quienes se preocupan de implementar la exhibición, investigar en las diferentes áreas y mantener las colecciones, fundamentales para todo museo.El museo originalmente funcionó en un edificio frente al ex congreso nacional a partir de 1830, luego en 1876 se trasladó a la Quinta Normal y dependía desde sus inicios del Ministerio de Educación, hasta el año 2016 en que pasó a ser parte del Ministerio de Cultura Artes y Patrimonio (DIBAM), mientras que la Quinta dependía del Ministerio de Agricultura.José estuvo también encargado del área científica del museo, en el año 2018 jubiló y actualmente participa en el Centro de Estudios Agrarios y Ambientales (CEA), que es una ONG que realiza investigación y aplicación.Recorremos la Quinta, y enriquezco mi mirada con los relatos de alguien que trabajó ahí y que aprecia las ciencias naturales al igual que nosotros.José trae un texto impreso escrito por él, en el que recopila antecedentes históricos de la Quinta, me lo deja para que lo publiquemos.

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