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El centro educativo debe de estar al servicio de las familias, de ahí que, en contextos de desventaja social, las escuelas públicas deben coordinarse con otras organizaciones de la comunidad para ofertar sus espacios para el bien común. En la actualidad en España contamos con un marco institucional que apoya y reafirma la participación de las familias en los centros educativos de manera formal, pero en cambio, al parecer, la realidad es bien distinta. La existencia de una escasa implicación de los padres y las madres en los órganos de participación en los centros educativos es evidenciada por numerosos estudios realizados. El presente trabajo tiene como objetivo abordar la importancia de la participación familiar en la institución educativa y cómo la coordinación y el apoyo entre ambos permitirá el pleno desarrollo social, psicológico y educativo del alumnado. Para lo cual la ley educativa establece sus protocolos pertinentes, de ahí que pretendemos presentar un estudio de caso concreto basado en las experiencias de participación familia-escuela donde, además, la figura del educador social juega un rol de gran importancia al incorporar a estos profesionales en la escuela. Con esta medida, pretenden conseguir el pleno desarrollo personal de cada estudiante, destacando principalmente la formación en valores, la resolución de conflictos, el control del absentismo escolar, la prevención del acoso escolar o el desarrollo de una convivencia cívica y democrática.

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