El mar nos ha dado de comer desde mucho antes de la aparición del emblemático cebiche en nuestras mesas. Culturas preincas, como Caral, ya consumían la anchoveta peruana. Hoy nos enorgullecemos del cebiche, plato bandera del Perú y patrimonio cultural de la Nación. Pero ¿qué tanto conocemos sobre nuestro mar y sus recursos? Aún más, ¿sabemos algo de la compleja red humana que trabaja para que nuestro 'cebichito' llegue a la mesa?La cadena de comercialización está compuesta por al menos cinco puntos, desde la extracción hasta la preparación final en un restaurante o la venta en minoristas. Es en este camino donde los pescados cambian de nombre. Puede que el filete de tollo sea en realidad tiburón martillo bebé o que el cebiche de mero ni siquiera sea un pescado de mar, sino de acuicultura como basa o tilapia.
Executive SummaryIf you order red snapper at a restaurant, you should get red snapper. If you found out it was something else, you would rightly be angry. But what if you also found out that the fish you ate may have been caught illegally, or had been imported when you thought it was caught locally? Seafood mislabeling can also cover up fish caught or raised with fishing or farming methods that can harm the environment. Overfished species can be labeled as more abundant varieties and cheaper offerings can be sold as more expensive ones to fetch a higher price. Seafood fraud cheats consumers and hurts fishermen and businesses that play by the rules.To highlight and address these problems, Oceana has investigated seafood fraud since 2010, testing more than 1,500 samples for DNA identification. In these studies, Oceana found roughly one-third of samples tested were mislabeled. Oceana brought this issue to the public’s attention and urged the government to act.In 2014, the federal government established the Task Force on Combating Illegal, Unreported and Unregulated (IUU) Fishing and Seafood Fraud. The task force issued recommendations that ultimately led to the establishment of the Seafood Import Monitoring Program (SIMP) in 2018. SIMP requires catch reporting and traceability for 13 types of imported seafood at risk of seafood fraud and illegal fishing. However, the traceability requirements end at the U.S. border.To expose gaps in the current policy, Oceana launched a nationwide investigation of some popular seafood types not covered by the program. Oceana employees and volunteers collected more than 400 samples from over 250 locations in 24 states and the District of Columbia, including restaurants, large grocery stores and smaller markets. Despite the new program, Oceana discovered seafood mislabeling remains a problem in the United States.Key Findings:• One out of every 5 of the 449 fish tested (21 percent) were mislabeled.• Some of the most commonly collected seafood types in the study, sea bass and snapper, had the highest rates of mislabeling (55 and 42 percent, respectively).• One out of 3 establishments visited sold at least one item of mislabeled seafood.• Seafood was more frequently mislabeled at restaurants and smaller markets than at the larger chain grocery stores.• Some popular regional favorites, such as local Great Lakes yellow perch, were found to be imported fish like zander, a species from Europe and Asia.• Some depleted fish species that are not sustainably caught were labeled and sold as more sustainable fish (e.g. overfished Atlantic halibut sold as more abundant Pacific halibut).Seafood fraud remains an issue, including for many species that are not covered by the federal traceability regulations. Oceana recommends that those rules be expanded, requiring catch documentation detailing when, where and how a fish was caught or farmed for all seafood. This and other important information should follow the fish through every step of the supply chain from where it was caught to the final point of sale. Consumers should be provided with more information about the seafood they eat, including exactly which species they purchased. This is the only way U.S. consumers can know that their seafood is safe, legally caught and honestly labeled.
Illegal Fishing and Human Rights Abuses at Sea: Using Technology to Highlight Suspicious Behaviors
The data obtained from the 2016 Deep-Sea Lebanon Expedition provided a wealth of information about deep-sea benthic communities along the Lebanese coast. This information provides a scientific foundation for the development of a plan to manage and protect vulnerable ecosystems, habitats, and species in Lebanese waters, in the face of current and future threats. This plan should be developed in line with the relevant Action Plans developed by UNEP-MAP RAC/SPA, with measures being developed to protect VMEs within GFCM fisheries, and with Lebanon’s legal obligations to protect species listed on Annex II of the SPA/BD Protocol of the Barcelona Convention. One critical element of this plan will be the declaration of new MPAs under the framework of a Lebanese network of MPAs. These areas may be designated to protect important geological features (e.g., submarine canyons), habitats, or community types, in order to ensure the coherence and connectivity of marine protection in Lebanese waters, and to help safeguard the natural corridor of the Eastern Mediterranean basin.
La sustitución de especies pesqueras (seafood mislabeling) ocurre cuando el nombre científico de una especie, por ejemplo, identificada mediante métodos de genética forense, no corresponde con el nombre comercial con el cual la muestra de pescado fue vendida. Dicha sustitución representa un obstáculo para el manejo sustentable y la comercialización de productos pesqueros, y contribuye a la pesca ilegal. La sustitución de especies puede dar una percepción errónea acerca de la presencia y abundancia de especies comerciales que son populares entre los consumidores y que ocupan niveles tróficos superiores como depredadores, incluyendo pargos, meros, robalos, huachinangos, etc., que pueden ser sustituidos por otras especies menos conocidas y que ocupan niveles tróficos menores al alimentarse de algas, zooplancton, invertebrados, etc., lo que oculta la sobreexplotación de depredadores tope y los alcances de la pesca en la degradación de las cadenas ecológicas de los ambientes marinos (Sala et al., 2004). En consecuencia, las especies que se emplean para sustituir a las más populares carecen de la atención de los tomadores de decisión y de un manejo adecuado a su nivel real de explotación. En este escenario, los pescadores que encuentran su sustento aprovechando especies poco conocidas se ven en la necesidad de aumentar sus capturas debido al bajo precio que obtienen por estas, aun cuando sus productos pueden ser vendidos a altos precios al servir como sustitutos de especies comercialmente populares (Stawitz et al., 2017). En otros casos, los consumidores pueden creer que están comprando o consumiendo un pez marino (que puede ser o no sustentable) que en realidad ha sido sustituido por una especie dulceacuícola (ej. tilapia, Oreochromis sp., o basa, Pangasianodon sp.) producida por técnicas de acuicultura masiva, dentro o fuera de México, y que tiene distintos alcances (Nhu et al., 2016). Al intercambiar la identidad de las especies comerciales de pescado, algunas de ellas restringidas de la pesca comercial (ej., aquellas reservadas a la pesca deportiva, como marlin, pez vela, pez espada, dorado, etc. dof 16/03/1994 y dof 25/11/2013) o en peligro de extinción, como algunos tiburones y peces incluidos en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (uicn), pueden ser comercializadas de manera discreta o anónima, lo que puede representar un obstáculo al manejo y la conservación eficiente de estos recursos pesqueros o amenazados por la sobreexplotación. Los estudios en varias partes del mundo han mostrado que los niveles de sustitución de especies de peces marinos pueden ser altos, aunque, en general, el promedio de sustitución en las muestras examinadas es de ~30 % (Pardo et al., 2016). Sin embargo, pocos estudios de sustitución de especies de peces se han realizado en América Latina, incluyendo Belice (Cox et al., 2013), Costa Rica (O’Bryhim et al., 2017), Chile (Sebastian et al., 2008), Perú (Marin et al., 2018), y varios estudios realizados en Brasil (Carvalho et al., 2017; Staffen et al., 2017; Veneza et al., 2018). En México, un primer estudio con un tamaño de muestra muy reducido (n = 6) estuvo enfocado sólo en la venta de bacalao en tiendas, donde se reportó 67 % de sustitución en Ciudad de México (cdmx) (Lambarri et al., 2015). Un estudio 6reciente con un mayor número de muestras (n = 134), obtenidas de pescaderías de la cdmx y mercados en el estado de Quintana Roo, reportó una sustitución promedio de 18 % y la comercialización de especies amenazadas de acuerdo con la uicn (Sarmiento-Camacho y Valdez-Moreno, 2018). Con el objetivo de conocer la naturaleza y magnitud de la sustitución de especies de pescado en México, y poder ofrecer soluciones específicas, iniciamos el estudio más completo que se ha realizado en el país hasta el momento, en el que presentamos los resultados de la identificación de 383 muestras individuales provenientes de pescaderías, supermercados y restaurantes en tres ciudades de México (Mazatlán, cdmx y Cancún).
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