En el desarrollo de estrategias relativas al “Terroir”, se requiere una comprensión del grado de edafodiversidad. En un intento de inventariar y zonificar los suelos vitícolas de Castilla La Mancha (CLM), desde 2008 venimos realizando un análisis comprensivo y armonizado de las distintas coberturas edáficas, de los edafotaxa y de su distribución espacial. Fruto de este trabajo se desprende que, a pesar de que CLM ocupa una superficie dominantemente plana, existe gran variedad de sustratos litológicos y posiciones geomorfológicas, lo que conlleva una notable edafodiversidad, incluso a escala detallada. En concreto, se han caracterizado, según Soil Taxonomy (2014), fundamentalmente: Entisoles, Inceptisoles, Alfisoles y Ultisoles; mientras que según FAO-ISRIC-ISSS (2006) existen fundamentalmente: Cambisoles, Calcisoles, Luvisoles, Arenosoles, Gleysoles, Gypsisoles, Fluvisoles, Leptosoles, Regosoles, Acrisoles y Alisoles. Esta tipología de suelos la atribuimos fundamentalmente a procesos tales como alteración mineral parcial, calcificación o acumulación de carbonatos o yesos, argiluviación, rubefacción, etc. También cabe señalar, entre otros, dos procesos singulares y de moderada extensión territorial, como son la salificación y la gleización. Entre los cualificadores más comunes cabe citar los relacionados con la naturaleza de los materiales originarios o con procesos incipientes edafogenéticos, tales como Calcaric, Haplic, Profondic, Skeletic, Leptic, etc.; otros están relacionados con procesos de formación, tales como Chromic, Calcic, Luvic, etc. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, se necesitan nuevos calificadores, especialmente en el caso de los Calcisoles.