La idea de fer país fue una de las claves del pujolismo, del gobierno democrático que nadie esperaba y que duró 23 años. Clave para bien y para mal, fer país era uno de los objetivos del nacionalismo moderado: hacer de Cataluña un pequeño "país" (lo que no significaba, en ningún caso, hacer un país independiente). Al ganar Jordi Pujol y Convergència i Unió las primeras elecciones democráticas en 1980 no se sabía qué sería Cataluña sino únicamente lo que había sido: cuatro provincias, una Mancomunitat, una región. Luego, y con el pujolismo, comenzó a ser una Comunidad Autónoma y, poco a poco, una nación (experimentada como tal, pero sin valor jurídico). En este sentido, fer país, que podríamos asimilar al amplio concepto de nation-building y de state-building, era un proceso estratégico y etapista de largo alcance, general, sin prisas pero sin pausas. Herramienta primera del nacionalismo catalán sin Estado, en pugna con el Estado español y con sus nacionalismos, que buscaba descentralizarlo para obtener mayores competencias. Este nacionalismo culturalista y políticamente autonomista (Lo Cascio, 2008, 15), buscaba crear sus instituciones para reproducirse, para potenciarse (no para poder sobrevivir, como algunos sostienen). Aún no sonaba el canto del Estado propio, de las estructuras de estado, de la independencia… El catalanismo, y las disputas con los otros proyectos nacionalizadores, ha recorrido gran parte del siglo XIX y XX: la Renaixença, la Lliga regionalista, la Mancomunitat, la República catalana, el catalanismo antifranquista, el fer país del pujolismo (como la etapa democrática del catalanismo moderno) y la construcción del Estado propio, luego de 2010. Es por esta razón que tenemos que pensar este periodo como un conjunto, porque el proyecto catalanista tiene etapas diferentes y diferenciadas