Se conoce la actividad histórica del volcán Turrialba, gracias a los relatos de viajeros y noticias del siglo XIX. En 1864-1866, el Turrialba estuvo en un periodo eruptivo magmático, el cual se analizó en dos etapas: pre- eruptivo y eruptivo. La ceniza llegó a ~115 km de distancia, cubriendo un área de 3 400 km2. Se calculó por medio de un SIG cómo una erupción magmática similar a esta, podría afectar a la presente población e infraestructura, y se concluyó que la ceniza caería en los sectores de mayor población de Costa Rica, esto es importante como medida de prevención y análisis para la futura toma de decisiones. <br />En 2005, el volcán Turrialba incrementó la cantidad de sismos, emisión de gases y lluvia ácida, produciendo una mayor afectación en los sectores ubicados al S, SW y W del volcán. Luego de más de un siglo sin tener erupciones, el 5 de enero del 2010, comenzó un período eruptivo freático, con emisión de cenizas no juveniles, que llegaron hasta San José. Esta ceniza contiene cristobalita y hematita, los cuales son perjudiciales para la salud. Además, esta erupción formó una boca intracratérica de ~125 m x ~45 m de dirección NW-SE, con emisión de SO2 en estado de combustión, incandescencia y esporádicas salidas de ceniza. En junio del 2011, apareció una zona fumarólica a ~530 °C en el intracráter NW. El 11 de enero del 2012, apareció un flujo de azufre (175 m de largo), producto de un sobre calentamiento en el sistema, que resultó en un nuevo periodo de erupciones freáticas los días 12 y 18 de enero del 2012. Esta erupción formó otra boca en la pared externa E del cráter NW.
This article, the first column for this issue's Policy and Advocacy department, features a discussion about a recent experience in a graduate program in Medellín, Colombia introducing students to critical literacy. Graduate students used ideas from critical literacy to engage in an in‐depth analysis of textbooks they had used in their practice. Their reflexivity showed that they raised questions about teachers' attachment to textbooks, the meaning of critical consciousness, issues of ideology in those textbooks, and a renewed sense of agency and advocacy. The article also poses challenges for critical literacy in second language education.
This column engages readers in reflexivity about the uses and meanings of literacy from a global perspective. Relying on the author's own experiences and current multilingual research, Mora discusses the issue of translating literacy into policy and advocacy. The first idea about translation tackles the importance of translating current ideas and trends about literacy as epistemological, not instrumental, matters. The second idea looks at the ongoing debates related to translating the word literacy and the current trends around it into other languages. The author argues that rather than looking at mere translations of words from English to other languages, the translations are looking more deeply at the epistemological issues that today's discussions of literacy entail.
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