En la ruralidad de Bogotá existen paisajes de alta montaña en los que habitan miles de pequeños agricultores junto con ecosistemas ricos en agua y biodiversidad. La demanda por recursos naturales y alimentos por parte de una ciudad creciente ha generado presión sobre estos socioecosistemas. Los monocultivos uniformes transforman los paisajes y reducen el espacio para la agrobiodiversidad, afectando las prácticas socioculturales asociadas. En los paisajes existen iniciativas, desde la reciprocidad entre los ecosistemas y las formas de vida locales, para una mayor resiliencia socioecológica. Este estudio de caso en la microcuenca del río Curubital en la localidad de Usme, identifica lugares en los que la agrobiodiversidad persiste en relación con prácticas socioculturales y agroecológicas. Se les define en este artículo como “nichos de agrobiodiversidad”. A partir de entrevistas semi-estructuradas, recorridos participativos e identificaciones botánicas, se analizaron las prácticas asociadas a la agrobiodiversidad en huertas campesinas. Los resultados muestran la riqueza en especies y funcionalidades, así como en conocimientos y significados que dan muestra de una cierta reciprocidad en la interacción con el ecosistema. El artículo concluye con una reflexión sobre los nichos de agrobiodiversidad como conectores socioecológicos y motivadores del diálogo ciencia y conocimiento local para la construcción conjunta de políticas ambientales.
A través de un proceso de co-investigación con sabedores de la ruralidad bogotana, se documentaron prácticas culinarias tradicionales y se realizaron encuentros para conversar sobre sus implicaciones territoriales y los desafíos de sus transformaciones. El diálogo permitió reactivar la memoria y las percepciones que, desde la cocina, remiten al territorio, y conversar sobre los riesgos y potencialidades de las innovaciones en las prácticas suscitadas, considerando la porosidad de las fronteras urbano-rurales. Se evidencia una persistencia de conocimientos y relaciones con la biodiversidad local, que representan un acervo esencial para pensar la conservación y dinamización de la diversidad biocultural y su integración como parte del patrimonio cultural material e inmaterial de Bogotá.
La expansión de la agricultura industrial en zonas rurales de Bogotá ha reducido la diversidad de plantas cultivadas por las familias campesinas, y ha transformado sus formas de vida y las relaciones bioculturales. Ello afecta los conocimientos ambientales de carácter local y las prácticas de uso y manejo de la agrobiodiversidad. Aunque se ha documentado en varios estudios la presencia de nichos agrobiodiversos, tales como huertas y jardines campesinos que persisten en medio de paisajes homogeneizados, es necesario ampliar la identificación y el análisis de las funciones culturales y agroecológicas que los caracterizan. En este artículo se detallan los conocimientos locales vinculados a huertas y jardines en términos de sus funciones y aportes a la conservación y recuperación de la agrobiodiversidad. Se realizaron entrevistas semiestructuradas a seis sabedores locales y en veinticinco hogares, además de observaciones etnográficas y recorridos etnobotánicos. Con la información obtenida, se caracterizaron las funciones de los nichos de agrobiodiversidad, según las experiencias cotidianas de sus cuidadores y cuidadoras. Se identificaron ocho funciones agroecológicas, 249 nombres comunes asociados al mismo número de especies vegetales, y varios saberes sobre usos y manejos. Se concluye explicando las posibles articulaciones entre los nichos y los paisajes circundantes, para entender su aporte potencial a la transformación territorial y a la conectividad de la estructura ecológica rural de Bogotá.
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