Within the context of a transdiagnostic perspective, the Psychological Inflexibility (PI) construct refers to rigid attempts to control undesirable private events at the expense of value-guided actions. Given the framework of PI as a construct associated with poor recovery and social functioning in people with psychosis, the main objective was to explore the role of two processes related to inflexibility (experiential avoidance, -EA-, and self-concealment) in predicting social functioning. The study sample of 103 patients with chronic psychosis was administered the Acceptance and Action Questionnaire-II, the Self Concealment Scale, and the Social Functioning Scale as the main measures. The differential weight of insight and clinical impression, also associated with social functioning, was analyzed by regression analysis. The results showed that private experiences led to rigid patterns of PI in people with psychosis and that the process that best predicted social functioning in these patients was EA, which explained 21.6% of the variance. EA, chronicity and global clinical impression together explained 35.2% of the variance. These results contribute to progress in understanding the role of PI in psychosis, as well as associated factors. The use of strategies facilitating acceptance, and not elimination of psychotic experiences, may be a possible strategy for addressing the impaired daily functioning of these patients.
l objetivo de este trabajo y su primera parte es proporcionar argumentos que permitan un posicionamiento crítico respecto a la terapia electroconvulsiva (TEC). Tras revisar los aspectos conceptuales e históricos, esta segunda parte explora la evidencia científica disponible y las implicaciones clínicas del electroshock, incluyendo la visión que puede generarse sobre los trastornos mentales. Finalmente, se ofrecen algunos apuntes legales para su consideración. ARGUMENTOS CIENTÍFICOS PARA PROFESIONALES IRREVERENTESLa controversia sobre la TEC no se restringe al debate cien-tífico, apreciándose un especial entretejimiento entre ciencia, ética e historia. Así, resulta sorprendente que un procedimiento médico tan delicado desde un punto de vista ético haya encontrado precisamente en la ética de la investigación un aliado que impide hoy refutar desde la ciencia una efectividad históricamente sobreeestimada (Ross, 2006). Sobre la base de ocho décadas de historia, el principal argumento de los defensores de la TEC es la eficacia. Desde un punto de vista científico, los mejores experimentos sobre efectividad se realizaron antes de introducirse directrices éticas para la investigación en humanos. Se utilizaron ensayos clínicos aleatorizados aplicando TEC simulada (anestesia sin descarga) a distintos grupos control. La American Psychiatric Association (APA, 2001) reconoció que en ninguno de los 5 estudios con este diseño anteriores a 1980 se encontraron diferencias entre TEC real y simulada. En 1986 se habían realizado un total de 10 estudios. Ninguno demostró superioridad frente a placebo más allá del tratamiento, y cinco ni
s difícil encontrar otro contexto que justifique más la necesidad de debate interdisciplinario que el de la salud mental. Las controversias han abundado siempre en este campo porque coexisten perspectivas teóricas que permiten entender y atender los problemas psicopatológicos de forma distinta. Esta pluralidad no es provisional ni anómala, sino seña de identidad de la salud mental (Pérez-Álvarez, 2014). Tal pluralidad resulta beneficiosa debido a la naturaleza multicausal y multidimesional de los trastornos mentales. Los fenómenos psicopatológicos, lejos de ser síntomas de enfermedades subyacentes, pueden entenderse como formas de responder a diversos problemas y situaciones de la vida y a la inherente complejidad del ser humano (Fonseca y Lemos, 2019).Con este trabajo tratamos de indagar las raíces de la controversia que rodea la terapia electroconvulsiva (TEC), técnica que actualmente está intentando reimpulsarse incluso en poblaciones especialmente vulnerables como niños y adolescentes, mujeres embarazadas o ancianos. El objetivo es promover una crítica basada en un mejor conocimiento de causa. LA CONTROVERSIA EN SU CONTEXTOLas prácticas sanitarias dependen de la cultura clínica dominante en cada contexto histórico-social. Hoy la clínica está dominada por la ciencia positiva de manos de la medicina basada en la evidencia (MBE). Sin embargo, el relanzamiento de la TEC no viene a mostrar que la ciencia haya triunfado al fin, pues su uso no es coherente con un enfoque basado en la evidencia (Read y Arnold, 2017). Lo que muestra es que determinadas creencias metacientíficas anteriores a la MBE han terminado por imponerse gracias a un contexto enormemente favorable. La psiquiatría basada en la evi-
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