Resumen: El abuso sexual (ASI) constituye la victimización más frecuente en la infancia. Los efectos del ASI en la vida adulta pueden afectar al funcionamiento, físico, psicológico y social y generar alteraciones psicopatoló-gicas. El objetivo de este estudio fue evaluar un programa individual cognitivo-conductual, de 12 sesiones, en el tratamiento de mujeres adultas vícti-mas del ASI, llevado a cabo durante 20 años en un marco comunitario. La muestra constó finalmente de 121 sujetos que participaron voluntariamente en el estudio. Se utilizó un diseño de medidas repetidas con seguimientos de 1, 3, 6 y 12 meses. La tasa de éxitos en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático fue del 90.7% en las víctimas que completaron el tratamiento. A pesar de la pérdida de pacientes en los seguimientos (25.58%), los resultados se mantuvieron en las pacientes evaluadas en los cuatro periodos establecidos (un 74.42% al cabo de 12 meses), con una alta reducción de las recaídas. Sin embargo, hubo un nivel más bien alto de rechazos y de abandonos. Una conclusión es que hay que desarrollar estrategias motivacionales para mantener a las víctimas en el tratamiento. Se comentan las implicaciones de este estudio para la práctica clínica y para la investigación. Palabras clave: Abuso sexual infantil; mujeres víctimas adultas del ASI; tratamiento psicológico; seguimiento a largo plazo.Title: Psychological treatment of adult female survivors of childhood sexual abuse: long term results. Abstract: Child sexual abuse (CSA) is one the most common forms of child victimization. The effects of CSA can extend into adulthood, impacting on physical, psychological, and social functioning and contributing to adult psychopathology. The aim of this paper was to evaluate an individual 12 sessions cognitive-behavioral programme in the treatment of female adult survivors of CSA after implementing it for twenty years in a community setting. The sample consisted of 121 subjects who voluntarily participated in the study. A design with repeated measures (pre-treatment, posttreatment and 1-, 3-, 6-and 12-month follow-up) was used. The success rate regarding posttraumatic stress disorder was of 90.7% in the treatment completers. In spite of the lost patients in the follow-ups (25.58%), the results were maintained in the contacted patients at follow-up (74.42% in the 12-month-follow-up), with a high impact on reducing recidivism. However, the rate of refusals and drop-outs of the treatment was rather high. Therefore it is necessary to develop strategies to improve motivation for treatment. Implications of this study for clinical practice and future research in this field are commented upon.