“…No obstante, otra dimensión de la autonomía de las agencias públicas es su reputación en el entorno en el que operan, que pueda contribuir a generar espacios muy significativos para la toma de decisiones de sus responsables, sin necesidad de una protección formal (Carpenter y Krause, 2012). También se puede analizar como la autonomía de las agencias públicas tiene un efecto en su rendimiento y la calidad de los servicios que provee, su capacidad de mantener una cierta continuidad en su dinámica organizativa, o incluso en su potencial para introducir innovación y adaptación en contextos cambiantes (Laergreid y Verhoest, 2010;Verhoest et al, 2010;Maggetti y Verhoest, 2014). Otra dimensión importante es sin duda el impacto de la autonomía burocrática en la rendición de cuentas, ya que la alteración de las relaciones jerárquicas tradicionales abre una serie de interrogantes sobre el control político de las agencias públicas (Maggetti, 2010;Busiouc, 2009;Vershuere et al, 2006).…”