“…Los adolescentes deben aprender que la dieta mediterránea, prototipo de la alimentación saludable, contribuye al mantenimiento de un óptimo estado de salud y que, aunque incluye todos los alimentos, su frecuencia de consumo debe seguir las pautas del plato del buen comer (Serra et al, 2003;Luz de Santiago, 2012). Por tanto, las normas dietéticas aplicables a estos adolescentes consistirían básicamente en incrementar el consumo diario de fruta fresca, verduras y hortalizas frescas y/o crudas, pastas y/o arroz, frutos secos (avellanas, almendras, nueces, cacahuates, piñones, etcétera), leche y derivados, principalmente yogur y/o queso, así como de legumbres y pescados al menos 2 o 3 veces a la semana (Pérez et al, 2007;Ayechu et al, 2010).…”