“…Eran unas comedias y dramas que, más allá del debate erudito, su rechazo moral por parte de la elites o determinados posicionamientos políticos que tenían más que ver con la reforma ilustrada de la escena, se representaban muy poco y, todo lo más, dentro de la práctica de la refundición dramática (Caldera, 1983). Las carteleras de la época confirman dicha situación (Aguilar Piñal, 1986;Andioc y Coulon, 1996;Coe, 1935;Freire López, 2009;Larraz, 1988;Romero Ferrer, 2008). Si atendemos al periodo central de la querella (1814-1820), se deduce que Calderón se representaba poco, como además nos confirman algo contrariados Pitollet (1909) y Sullivan (1982.…”