“…Un término referido a cualquier tipo de comportamiento intencionadamente hostil a través de la red que incluye entre sus prácticas la blasfemia o el lenguaje ofensivo, el acoso periódico, la calumnia, el engaño y la exclusión de comunidades virtuales. Es decir, a través de medios electrónicos como el correo, los servicios de mensajería instantánea como Whatsapp, las RRSS y los sitios web, se ridiculiza, amenaza e insulta socialmente a alguien con el objetivo de infringir daño, humillación, miedo e incluso desesperación (Escobar-Echevarría et al, 2016). Este tipo de actuaciones, advierten Moreno-Ruiz, Martínez-Ferrer y García-Bacete 2018 Álvarez-García et al (2017), distinguen entre acoso y ciberacoso los siguientes aspectos: 1) los ataques digitales favorecen el anonimato del agresor y su desinhibición; 2) el agresor, del mismo modo, no presencia las consecuencias de su conducta, dificultando la empatía; y 3) el contexto facilita la multiplicidad del daño hacia la víctima, pues la agresión puede ser asequiblemente difundida.…”